La Matanza

La nieve ya corona las montrañas y el frío es el tiempo oportuno para hacer una buena matanza.

En estos días del mes de diciembre nos despertamos cada mañana con los gruñidos de angustia y muerte de los cerdos, sacrificados, según el rito tradicional, en nuestro pueblo.

Muy de mañana, familiares, amigos y vecinos, se reúnen para mantener viva u na de las tradiciones más ancestrales de nuestra tierra.

El matachín tiene que ser experto, y manejar bien el cuchillo de matar, para que el cerdo no suframucho y sangre bien.

Después hay que quemar las cerdas, arrancar las pezuñas y limpiar bien todo el cuerpo del animal para colgarlo del chamberil o en una escalera y abrirlo en canal y extraer todas sus vísceras.

Como el trabajo es duro hay que almorzar algo. Un plato exquisito de sangre cocida con aceite de oliva y pimentón y un buen vaso de vino sirven para entonar el cuerpo en la fría mañana.

De cuando en cuando hay que arrimarse a la lumbre para calentar las manos y el cu erpo que se enfrían por la temperatura ambiente y el contacto constante con el agua para lavar bien las tripas.

Se pasa la mañana. Hay que dejarlo todo bien preparado y, como lo tenemos bien merecido , y hoy no hay muchas oportunidades para reunirnos juntos en la mesa, aprovechamos una de las fiestas más entrañables y familiares para hacerlo juntos.

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